Con un rosario colgado en el pecho, la camisa entreabierta y el pantalón remangado que deja ver su pierna derecha hinchada y envuelta con una enorme venda, Hugo Andrade (82) reposa en una de las camas del Hospital Municipal de Portachuelo con la mirada perdida, como esperando la llegada de alguien, ese alguien que no llegará.
El hombre de tez curtida por el tiempo y el sol lleva 25 días postrado en esa cama, una pequeña ampolla infectada ahora se ha convertido en una infección tan fuerte que tiene la piel casi pegada al hueso. Desde que murió su esposa, hace cinco años, no tiene a nadie que lo acompañe en su casa de Portachuelo y menos en el hospital. Sus hijos viven en la capital cruceña y nunca lo visitan, relata resignado.
Hugo es uno de los pacientes del Seguro de Salud Para el Adulto Mayor (Sspam) que asigna unos $us 56 al año por afiliado. Su caso es grave, por un lado no tiene quién responda por él y, por el otro, tampoco tiene dinero. Eufronio Ferrufino, fiscalizador del seguro, incluso pidió la solidaridad de algún especialista porque el paciente necesita la amputación de su pierna para que la infección no siga avanzando y en el hospital de segundo nivel no hay el personal adecuado. Pacientes graves son derivados a la clínica San Miguel de Montero, con la que se tiene un convenio para que atienda a los pacientes del Sspam. En un inicio, ese fue el destino de Hugo, le hicieron una curación profunda, pero luego lo devolvieron. Ahora solo espera ‘un milagro’.
El Senado aprobó en diciembre de 2013 el proyecto de ‘ley de prestaciones de servicios de salud integral del Estado Plurinacional de Bolivia’ que fusionará el Sspam y el Seguro Universal Materno Infantil (SUMI), además de la atención a los discapacitados. Se espera que a mediados de este mes sea promulgado por el presidente Evo Morales, pero hay muchas observaciones al respecto.
La saturación de pacientes del SUMI y del Sspam en la misma capital cruceña es tal que hay pacientes que son derivados a hospitales como los de Portachuelo o de otros municipios.
El seguro no cubre todo
A Luisa Saldaña (72) también la derivaron a la clínica de Montero, donde la operaron de peritonitis. El seguro no le cubrió todo, tuvo que llamar a uno de sus hijos para que se preste Bs 7.000 y poder reponer a la clínica por la compra de medicamentos y otras cosas. Ahora la devolvieron al Hospital Municipal de Portachuelo, donde solo espera estar unos dos días más para que acabe su ‘viacrucis’.
Eloy Gonzales, también paciente del Sspam, fue derivado a la clínica por su gravedad. A causa de su diabetes le amputaron gran parte de su pie izquierdo. “Tuvimos que pagar Bs 1.300 solo por la cama, aparte gastamos en remedios”, se queja su hija que lo acompaña.
“Lo que tiene que hacer Evo Morales es aumentar el dinero por anciano, es poco, no alcanza para casi nada”, lamenta el fiscalizador Ferrufino.
El SUMI tampoco está bien del todo. Aunque el seguro amplió su cobertura, la saturación y falta de equipos sigue siendo su debilidad. Sebastián tiene 37 días de nacido y apenas pesa un kilo. Aunque parezca irónico, llegar a eso le costó mucho, pues vino al mundo con apenas 800 gramos y luego bajó hasta 600, estuvo al borde de morir. Hoy, todavía en una incubadora, respira con más facilidad y su pequeño cuerpo va tomando más forma de un bebé normal. “Era piel y hueso”, recuerda con asombro sor Loreto Casado, gerente del hospital de convenio San José Obrero de Portachuelo.
La solidaridad lo salvó
La historia de Sebastián hubiese sido otra sin la terapia de neonatología que se abrió en ese centro hace casi un año. “Muchas veces teníamos que llevar a los bebés hasta Santa Cruz, pero los hospitales estaban saturados. Una vez peregrinamos por cinco hospitales con un bebé para que lo internen. Ese tiempo es oro para un recién nacido, muchos se mueren por falta de condiciones”, admite sor Loreto.
Sebastián tendrá que estar al menos otro mes en incubadora. “Si estuviese en una clínica pagaría unos $us 500 solo por el uso de la incubadora”, dice la pediatra de turno, Karen Cabrera. Aun así, este servicio es bastante oneroso para el SUMI. “Hay pacientes que demandan Bs 10.000 por día, de acuerdo con la gravedad”, reconoce sor Loreto, pero a la vez aclara que el Estado cubre esto en su totalidad a través de los recursos que le da al gobierno municipal. La terapia de neonatología y pediatría hasta los 12 años de edad, con siete camas y cuatro incubadoras, demandó una inversión de casi $us 400.000 en infraestructura y unos $us 200.000 en equipos, dinero que fue cubierto con una campaña solidaria del padre Mateo y el aporte de la empresa petrolera Repsol.
José Miguel es otro paciente que nació con un kilo y medio y ahora ya luce casi rebosante con sus 1,850 kilos. Tiene que llegar a dos para irse a casa.
El ajuste de cuentas
El alcalde de Portachuelo, Jimmy Hurtado, explica que el convenio con el hospital San José Obrero feneció el 31 de diciembre de 2013 y que “para renovarlo debe haber una resolución del Dilos”. Según dice, el hospital seguirá dando el SUMI, pero su servicio de tercer nivel (terapia) elevó el presupuesto mensual de Bs 40.000 a 120.000, lo que provocó “déficit en la comuna”. Hurtado plantea que se atienda en este nivel solo a los que lleguen con referencia del primer y segundo nivel.
En 2013, entre consultas a menores de 5 años, embarazadas, partos y bebés en terapia, este centro tuvo 5.444 pacientes.
En Santa Cruz, el SUMI representó Bs 68 millones ese año
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